Vidas secretas de vestidos vol. 11

“Oh, cariño,” es lo que quiero decir. Quiero que alguien diga “Oh, cariño, lo sé, lo sé”, a ella, y le da una palmadita en la espalda, y le trae una taza de té. Quiero que alguien le dé un pañuelo, y quiero que alguien la lleve al cine, y quiero que alguien la entienda, así como yo.

No quiero que se esté quedando dormido con la radio, muestra que ni siquiera le gusta, solo porque no puede llenar la casa con solo su propia voz. No quiero que esté comiendo un huevo solitario, de invención, cena después del almuerzo después del desayuno después de la cena, solo porque lavar mucho más que una sartén y ese plato y ese tenedor es demasiado para que ella maneje. No quiero que su refrigerador solo tenga huevos y leche a punto de encenderlo, pero tampoco quiero que se dirigiera a la siguiente ciudad para hacer su compra de comestibles, solo porque no puede enfrentar. Uno mucho más, un rostro demasiado familiar atornillado en ese “No sé qué decir” Grimace. No quiero nada de eso.

No quiero que esté sentado allí, golpeando partidos, solo por su dulce olor sulfuroso afilado, o iluminación uno de los cigarrillos que quedan en el paquete solo para disfrutar de los árabes perezosos del humo a medida que aumenta. No quiero que ella esté poniendo dos lugares fuera de costumbre, y luego parado allí, mirando al otro lugar. Y, sin embargo, no quiero que ella tampoco le pida la otra placa y una servilleta.

No quiero que ella se quede por teléfono a medida que suena, y luego se arrebata, así como se detiene. No quiero escucharla decir “nada. Estoy bien”. a la persona en la línea, o “el martes no es bueno para mí. Miércoles, no, ni miércoles tampoco; tal vez la próxima semana”. No quiero que ella levante el receptor y luego vuelva a ponerlo de nuevo, dándose cuenta de que no hay ningún número para llamar.

No quiero que ella doble la ropa y luego, llorando, volviéndola en la canasta, desgastando furiosamente a esos calcetines. No quiero que ella cuelgue ese abrigo y luego vuelva a lanzarlo sobre la parte posterior de la silla, o para pasar esas botas desde la puerta hasta el armario y de vuelta, una y otra vez.

No quiero que él pueda recoger el libro que estaba en el brazo de la silla, y leer la página de la derecha una y otra vez. No quiero que vuelva a voltear el calendario de nuevo.

No quiero que se siente allí con eso disfrute presionado contra su oreja, escuchando el tictac. No quiero que ella gire esa pieza de la suerte una y otra vez en sus manos.

No quiero que pase por mí en el armario, llegando a ese algodón negro de nuevo. No quiero que ella tire su peine a través de su cabello, ni siquiera mira en el espejo. No quiero que ella no se note que lleva dos zapatos diferentes. No quiero que ella se dé cuenta de que otras personas tienen.

No quiero que ella esté tan desprovista. No me gusta que no haya nada que pueda hacer. Y especialmente no me gusta saber que no hay nada que ningún individuo pueda hacer.

Quiero que haya algo que hacer.

Compartir este:
Gorjeo
Facebook

Me gusta esto:
Como cargar …

Relacionados

Pensé que debes a saber el 20 de noviembre de 2007
Vidas secretas de vestidos vol. 9 de diciembre de 2006
Las vidas secretas de vestidos, vol. 5 solo 16, 2006